Asumir una culpa puede ser realmente duro para los niños ¿o acaso no lo es para los adultos? No obstante, con un poco de paciencia y una serie de pautas podrás conseguir que tu hijo no sólo aprenda a pedir perdón, sino que además, lo sienta.
No nos debe extrañar que en la mayoría de las ocasiones, los niños no se sientan arrepentidos de las acciones por las que se disculpan. Y cuando realmente lo están, gran parte de ellos necesita bastante tiempo hasta conseguir balbucear esta sencilla palabra. Otros sin embargo apenas tardan un segundo en pronunciarla, considerándolo una forma rápida de complacer a los mayores y reanudar su juego.
Enseñar a un niño a disculparse y a subsanar el daño provocado es un proceso gradual. Cuando un niño aprende a pedir perdón, no sólo habrá subido un peldaño en su camino hacia la socialización, sino que habrá aprendido a enmendar sus errores, ser responsable de sus acciones y ser consciente de los sentimientos de los demás.
Te damos algunas pistas para inculcarle el difícil arte de pedir perdón.
Los más pequeños
Antes de que un niño pueda disculparse, tiene que ser consciente de que ha cometido un error, lo que en muchas ocasiones les resulta difícil de comprender. Especialmente a los menores de 5 años. Aún están en la etapa egocéntrica y no distinguen entre lo que está bien y está mal. Por ello con niños de 2 años o menores, lo importante es centrarse en reforzar las reglas, dejando claro dónde están los límites. De este modo tendrá menos oportunidades de obrar mal y por lo tanto menos cosas por las que disculparse después.
A partir de los 2 y 3 años, es preciso que comprendan por qué es importante que pidan perdón. Dales una explicación sencilla mientras intentas sonsacarle un “lo siento”: “Decimos perdón cuando hacemos algo que hace daño o molesta a otra persona”. Aunque a esta edad todavía no tienen capacidad de ponerse figuradamente en la piel de otro, podemos fomentar empatía mostrando cómo se siente la otra persona: “Mira, Carlos está llorando. ¿Cómo te sentirías tú si te hubiesen roto tu dibujo?”. Recuerda que además de reprenderle también es positivo ofrecerle las formas de enmendar su falta, como parte de la disculpa. Si le ha roto un juguete a un amigo, debemos animarle a que le deje el suyo para jugar, por ejemplo, o a que se preocupe por el estado de su amiguito en el caso de que le haya empujado. Las disculpas apenas tienen utilidad si no se cambia la conducta errónea. Es necesario, por lo tanto, incidir en las reglas y dejar claras las consecuencias de su incumplimiento.
Los niños mayores
A la edad de 5-6 años, los niños tienen un sentido más conciso de lo correcto y lo incorrecto y cuentan con capacidad para entender cómo se sienten los demás. Lo que no significa que les parezca más sencillo pedir disculpas.
Aunque los niños son conscientes de que han metido la pata, también les preocupa más lo que los demás piensen de ellos, por lo que a pesar de ser “mayores” pueden mostrarse reacios a pedir perdón para evitar llamar la atención al admitir sus errores.
A esta edad tienen más ocasiones por las que disculparse, pero también tendrán a su alcance más formas para remediar sus faltas. Las relaciones con los amigos cobran más importancia y serán ellos mismos los que deseen arreglar sus desavenencias con éstos. Sin embargo, por otro lado también tienen más habilidad para encubrir sus malas conductas. Debes tener todo en cuenta, pero ante todo, si reaccionas con calma y positivamente cuando tu hijo confiese su falta le ayudarás, sin duda, a fomentar su honestidad. (“No me gusta que me cojas dinero de mi monedero pero has sido muy valiente al decírmelo y eso está muy bien”.)
Explícale que al pedir disculpas, una persona está diciendo que siente el mal que haya podido causar y que al pedir perdón sintiéndolo hay que intentar no repetir esa acción en el futuro. Asimismo, la disculpa puede reforzarse si va acompañada de la promesa de reparar o sustituir el daño.
Cómo ayudarle a pedir perdón
Somos conscientes de que pedir disculpas es duro, a cualquier edad. Algunos niños rehuyen asumir las culpas, bien porque no son conscientes de su error, bien porque se asustan o tienen miedo de las consecuencias o simplemente les da vergüenza pedir perdón. Quizás estas claves te ayuden a enseñarle a hacerlo:
Mantente neutral
Cuando dos niños se están peleando, puede ser difícil saber quién debe disculparse, entre otras cosas porque sus acusaciones no nos ayudarán: “Ha sido él”, “Pero empezó ella”. Explícale a los dos que no tienen que tener la culpa para disculparse. Ambos deben pedir perdón por lo ocurrido y decirse mutuamente: “Siento lo que ha pasado”. Independientemente de quién empezara. Esto les ayudará a tranquilizarse, reparar el daño y continuar con el juego.
Hacedlo juntos
Reconoce a tu niño que disculparse a menudo es difícil, pero ofrécele tu ayuda. Si es muy pequeño dile que pediréis perdón juntos y hazlo simultáneamente. Otros niños quizás necesiten un tiempo para calmarse y enfriarse. Está bien darles cierto tiempo para ello. En ocasiones también les resultará más fácil disculparse con un gesto, como un dibujo con una nota, regalando una flor o dando un abrazo, en lugar de hacerlo oralmente.
No insistas
Anímale a pedir perdón, pero no le fuerces. Esto sólo podría empeorar la situación y hacer el momento más embarazoso para el niño, a quien en ningún caso le agradará disculparse en esas circunstancias y bajo presión. Sólo conseguirás que tu niño gruña un perdón sin sentirlo, para zanjar la situación, lo que evidentemente no le enseñará nada.
Controla tu enfado
En lugar de decirle: “Discúlpate ahora mismo o te vas a enterar”, dile: “Cuando encuentres la forma de llevarte bien con tu amigo sin hacerle sentir mal, podrás jugar con él”. Verás como es más efectivo.
Da ejemplo
Si tu hijo está muy enfadado o simplemente no está dispuesto a pedir perdón, puedes disculparte por él. Debes ser un buen ejemplo y ayudar a que el damnificado se sienta mejor, sin dejar de tratar el tema con tu hijo después. Puedes decirle: “Javi y yo sentimos mucho lo que ha pasado y ahora hablaremos de ello en casa, ¿verdad?”.
Desconfía si es demasiado sencillo
Muchos niños usan el "lo siento" como un salvoconducto para librarse de un castigo o una reprimenda y lo sueltan ante la primera sospecha de haber cometido algo malo, esperando que todo se solucione fácilmente. Incluso puede extrañarles que continúes enfadado después de su "disculpa". Si repite el mal comportamiento al poco tiempo evidentemente no ha aprendido el significado de la palabra perdón, aunque apenas le cueste pronunciarla. Enséñale que disculparse ayuda cuando se comete un error, pero que no sirve de nada si las cosas no se cambian y se hacen mal de nuevo.
Pedir perdón a un niño
Cuando le pides perdón a tu hijo, le demuestras que las disculpas no son sólo cosas de niños. Al disculparte debes explicarle al niño la razón por la que lo haces sin abrumarle con excusas y miles de explicaciones. Procura no cometer siempre el mismo error y verte en la situación de tener que disculparte una y otra vez por la misma acción. Recuerda lo aplicable a los niños: un perdón no significa nada si la conducta no se cambia.
Por otro lado, el no disculparse por ejemplo tras un enfado, puede acarrear otros problemas. Entre otras cosas deja el problema inconcluso y un niño puede creer que sigues enfadado mucho después de haber sucedido el incidente. No olvides que pidiendo perdón tu autoridad no va a disminuir, al contrario, es más probable que posteriormente el niño respete tu autoridad y se muestre menos rebelde.
Aprendiendo a perdonar
Tan difícil como pedir perdón puede resultar aceptar una disculpa. Según los investigadores los niños tienen una perspectiva del perdón muy diferente a la de los adultos. Aquellos buscan la justicia, ofreciendo el perdón sólo si se purga un castigo. Por lo tanto, es usual que en primer término busquen una venganza. Debes explicarle el significado de cada cosa, recordándole por ejemplo, las ocasiones en que ha perdonado a otras personas: "Perdonaste a tu hermano cuando te molestó. Pero si le haces tú lo mismo, eso no es perdonar, es venganza. ¿Qué hubiera pasado después? Sin embargo le has perdonado y ahora vuelves a jugar con él". Explícale que cuando las personas se perdonan no significa que se apruebe lo que hicieron mal, sino que les estás diciendo que lo que hicieron no estuvo bien, pero que de todas formas les perdonas.
Evita subestimar su dolor diciéndole cosas como: "Sólo te ha roto el muñeco. No es para ponerse así". Los niños pequeños se sienten heridos por sucesos que los adultos consideramos menores, pero que para ellos no lo son.
Evita subestimar su dolor diciéndole cosas como: "Sólo te ha roto el muñeco. No es para ponerse así". Los niños pequeños se sienten heridos por sucesos que los adultos consideramos menores, pero que para ellos no lo son.
Aunque es probable que tu hijo o hija no entiendan el perdón en toda su amplitud, es importante que les enseñes la compasión y la disposición a dar en ocasiones una segunda e incluso una tercera oportunidad.
¿Un perdón lo arregla todo?
En ocasiones el verdadero perdón puede ser difícil y una simple disculpa expresa puede no bastar para sanar la herida o dar por zanjado un enfado. Probablemente el niño busque justicia, reemplazando el juguete roto, o comprobando cómo la otra persona es sancionada. En estos casos es mejor reconocer el daño causado y premiar o elogiar su esfuerzo por perdonar, diciéndole que ha hecho lo correcto.
Pero puede no ser suficiente para que todo vuelva a ser como antes. Aunque el niño o la niña sean muy pequeños quizás pueda haberse sentido verdaderamente herido por algo que le haya podido hacer algún amiguito y tardar algún tiempo en perdonar. Asimismo puede no querer seguir manteniendo la amistad con esa persona. No le fuerces a perdonar si no lo siente. "Cuando alguien te pide perdón por algo, es posible que no te sientas con ganas de volver a ser su amigo inmediatamente. También puede ser que, si una persona que se ha portado mal contigo muchas veces y no cambia, dejes de querer ser su amigo. El hecho de que una persona se disculpe contigo no significa que estés obligado a volver a ser su amigo." Eso sólo dependerá de él. Hazle saber que disculpar no es lo mismo que continuar la relación con ese niño e intenta averiguar la causa y comprenderlo antes de pedirle que le disculpe. Como en la vida adulta a veces un "lo siento" lo arregla todo y otras puede llevar su tiempo que las relaciones vuelvan a ser como antes.
Fuentes: www.childcareaware.com, www.mundobebe.com,
www.todopapas.com, www.guiainfantil.com,
www.blogbebes.com, www mibebeyyo.com
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