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22 de mayo de 2015

Margarita. Cómo conseguir nuestro sueño.

Hoy os traemos un corto precioso basado en el poema de Rubén Darío, A Margarita Debayle.

Rubén Darío, fue un poeta y escritor nacido en Nicaragua en 1867. Su verdadero apellido era García, pero se lo cambió al descubrir que parte de su familia, utilizaban también este nombre.

Aprendió a leer con tan solo tres años y a los 13 ya había compuesto su primera obra, por eso lo llamaron el "poeta niño".

Aunque la mayor parte de su obra fue dirigida a los adultos, Rubén Darío escribió algunos poemas infantiles, el más conocido de ellos es “A Margarita Debayle” un poema dirigido a una niña llamada Margarita, de 5 años, hija de un médico nicaragüense.



Cuenta la historia de una princesita valiente que quiere perseguir su sueño, dejando atrás todos sus miedos.

Esperamos que os guste y que no olvidéis la importancia de seguir nuestra propia estrella.

Bajo el vídeo os dejamos el poema completo para que lo podáis leer.






A MARGARITA DEBAYLE

Margarita está linda la mar, 
y el viento, 

lleva esencia sutil de azahar; 

yo siento 

en el alma una alondra cantar; 

tu acento: 

Margarita, te voy a contar 

un cuento: 



Esto era un rey que tenía 
un palacio de diamantes, 
una tienda hecha de día 
y un rebaño de elefantes, 
un kiosko de malaquita, 
un gran manto de tisú, 
y una gentil princesita, 
tan bonita, 
Margarita, 
tan bonita, como tú. 

Una tarde, la princesa 
vio una estrella aparecer; 
la princesa era traviesa 
y la quiso ir a coger. 

La quería para hacerla 
decorar un prendedor, 
con un verso y una perla 
y una pluma y una flor. 

Las princesas primorosas 
se parecen mucho a ti: 
cortan lirios, cortan rosas, 
cortan astros. Son así. 

Pues se fue la niña bella, 
bajo el cielo y sobre el mar, 
a cortar la blanca estrella 
que la hacía suspirar. 

Y siguió camino arriba, 
por la luna y más allá; 
más lo malo es que ella iba 
sin permiso de papá. 

Cuando estuvo ya de vuelta 
de los parques del Señor, 
se miraba toda envuelta 
en un dulce resplandor. 

Y el rey dijo: «¿Qué te has hecho? 
te he buscado y no te hallé; 
y ¿qué tienes en el pecho 
que encendido se te ve?». 

La princesa no mentía. 
Y así, dijo la verdad: 
«Fui a cortar la estrella mía 
a la azul inmensidad». 

Y el rey clama: «¿No te he dicho 
que el azul no hay que cortar?. 
¡Qué locura!, ¡Qué capricho!... 
El Señor se va a enojar». 

Y ella dice: «No hubo intento; 
yo me fui no sé por qué. 
Por las olas por el viento 
fui a la estrella y la corté». 

Y el papá dice enojado: 
«Un castigo has de tener: 
vuelve al cielo y lo robado 
vas ahora a devolver». 

La princesa se entristece 
por su dulce flor de luz, 
cuando entonces aparece 
sonriendo el Buen Jesús. 

Y así dice: «En mis campiñas 
esa rosa le ofrecí; 
son mis flores de las niñas 
que al soñar piensan en mí». 

Viste el rey pompas brillantes, 
y luego hace desfilar 
cuatrocientos elefantes 
a la orilla de la mar. 

La princesita está bella, 
pues ya tiene el prendedor 
en que lucen, con la estrella, 
verso, perla, pluma y flor. 

* * * 

Margarita, está linda la mar, 
y el viento 
lleva esencia sutil de azahar: 
tu aliento. 

Ya que lejos de mí vas a estar, 
guarda, niña, un gentil pensamiento 
al que un día te quiso contar 
un cuento.




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