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28 de enero de 2017

Uno y siete

Hoy os queremos hablar de un libro que hemos leído esta semana en el cole.

Se titula Uno y siete. Y Laura nos contó que el autor del texto es Gianni Rodari, un señor italiano muy importante. Fue escritor, pedagogo y periodista. Y su gran pasión era la literatura infantil, no solo leer y escribir cuentos, si no enseñar a inventarlos. 

La portada nos llamó mucho la atención. Es un libro grande y en el centro podemos ver a un niño subido sobre una escalera con dos palomas, una de ellas en la mano.

La historia comienza con una frase que nos hizo dudar un poco.


Una vez conocí a un niño que era 7 niños.

¿Cómo que un niño era siete niños? Estamos locos ¿o qué?


El libro nos va presentando a siete niños diferentes. Cada uno vive en un lugar distinto: Roma, París, Berlín, Moscú, Nueva York, Shanghai y Buenos Aires (como la abuela de Héctor). Ciudades muy distintas tal y como vemos en las ilustraciones.


Eso hacía que sus nombres fueran también distintos: Paolo, Jean, Kurt, Yuri, Jimmy, Chu y Pablo (como nuestro Pablo). 

Ellos están acompañados por sus papás. Cada uno de ellos tiene un oficio: conductor de tranvía, trabajador de una fábrica de automóviles, profesor de violonchelo, albañil, dueño de una gasolinera, pescador y pintor (pero no como Kandinsky, si no de los que pintan paredes como cuando Inés pintó con su papá la habitación de Leo).


Eran siete niños, con sus siete vidas distintas, pero todos tenían muchas cosas en común: tenían 8 años, sabían leer y escribir, les gustaba montar en bicicleta.


Aunque tuvieran el color del pelo o de la piel diferente, aunque hablaran otro idioma, los siete reían de la misma manera.

Y cuando se hicieron mayores ya no podían hacer la guerra, porque ellos sabían que eran un solo hombre.


Una historia profunda, que para nosotros en un principio se limitó a ver unas ilustraciones preciosas en las que algunas vimos muchos números, a escuchar nombres que nos hicieron gracia (como Chu, que es 2 en inglés), ciudades que nos sonaban, a hablar de nuestras experiencias. Y como no, a poner todos nuestros sentidos en el cuento y descubrir que la camisa que llevaba el hombre del final tenía el mismo estampado que las guardas (cosa que por supuesto Laura ni había visto). Y a aumentar la lista de sitios pendientes de visitar en Google Maps y para buscar en el globo terráqueo.

Todo esto se amplío con un empujoncito que nos dio Laura con su explicación.

Se podría resumir diciendo que nazcamos donde nazcamos todos sentimos, nos reímos y lloramos por las mismas cosas. Tengamos más dinero o menos dinero, vivamos en una ciudad grande o pequeña. Todos, en ese sentido somos iguales. Iguales con nuestras diferencias. Nadie es más que nadie, nadie puede anular y mandar sobre otros. 

Por eso hicimos comparaciones entre nosotros. Tenemos los ojos diferentes, difernete altura, diferente nombre, algunos vivimos en otros pueblos o nuestros abuelos son de otros países, o hablan otros idiomas. Pero si nos preguntan si nos duele darnos un golpe, todos decimos que sí. O si nos reímos cuando nos hacen cosquillas, o si nos encanta que nos den besos. Nos suelen gustar los mismos juegos, y si no es así respetamos que a los demás les gusten otras cosas.

Si desde niños, entendemos que todos somos iguales, probablemente cuando seamos mayores haremos que no existan las guerras.

Un libro precioso que habla de tolerancia, de respeto y de paz.

Os dejamos un vídeo del libro, pero os animamos a que lo busquéis en la biblioteca (en las librerías es un poquito complicado encontrarlo).


Uno y siete
Gianni Rodari / Beatrice Alemagna
SM, 2001

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