Por fin comenzamos a contaros algún cuento de los que hemos leído en clase (que llevamos un retraso!!!!).
Y el primero es precisamente el último que hemos contado descubierto: Lágrimas bajo la cama.
Todo surgió cuando el lunes comenzamos a hablar de las lágrimas, ya que uno de nosotros había visto como le caía por el ojo una lágrima a una señora, pero no era una lágrima por estar triste, si no que era de emoción.
- Pero ¿de emoción?
- ¿Qué es emoción?
- Pues si te pones contento y algo te gusta mucho o te acuerdas de una cosa...
- Sí, no era de pena.
- Pero se llora cuando estamos tristes.
- Y también cuando estamos contentos.
- Sí porque a mi mamá si le gusta una canción, a veces llora.
- Y también los bebés, que lloran mucho.
- A veces lloramos si nos enfadamos.
Laura nos observaba atentamente. Ella había pensado leernos este trimestre un cuento muy especial sobre este tema, pero escuchándonos pensó que era ya el momento de llevarlo a clase.
Así que el jueves nos presentó a Simón, el niño del que nos había hablado.
Cómo hace siempre, Laura nos contó cómo había llegado este cuento a sus manos.
Este verano leyendo en una página de Internet donde nuevos escritores cuentan cosas sobre sus libros, conoció a Ana, la autora del cuento. Ella explicaba quién era Simón. Y nuestra profe se enamoró de su historia.
Así que se lo encargó y en poquitos días lo tenía en su buzón. Además venía dedicado (que eso es cuando el que ha escrito algo le escribe una frase bonita al que lo ha recibido). Pudimos ver las letras de la dedicatoria, que eran de las "pequeñas" y también vimos su firma.
Tras pedirle que nos mostrara la portada, contraportada, guardas y lomo... (cosa que ya hemos cogido por rutina antes de leer un libro), nos enseño un bote. Un bote que tenía algo azul, un bote que nos dejó intrigados.
Embobados, casi sin pestañear escuchamos la historia.
Simón era un niño, que desde muy pequeñito siempre le decían que era un llorón. Lloraba por todo: por que tenía sueño, porque tenía hambre, porque le quitaban un juguete, porque no quería ir al cole o después irse a casa...
Así que cansado de esa "etiqueta" y de escuchar el constante: "¡Simón eres un llorón!", decidió que ya no iba a llorar más y comenzó a guardar todas sus lágrimas en un bote. ("¡Ahhhhhhh, ese bote!").
Tras esto alguien le dijo que era un "hombre hecho y derecho", y hasta se pone bigote y barba de hombrecito.
Y eso le hizo pensar que la gente sería más feliz si no lloraba, por eso comenzó también a recoger las lágrimas de los demás. Resulta que todos lloraban, ¡hasta los mayores!. No tardó mucho en tener botes y botes bajo su cama.
Y en ese momento algo cambió: nadie podía expresar sus emociones. Todos tenían una cara que no decía nada. Y felices, felices, no se les veía precisamente.
Así que decidió poner remedio, porque eso era terrible ya que tenemos que exteriorizar todas nuestras emociones para sentirnos libres.
Abrió sus botes y las lágrimas pudieron salir y volver con sus dueños.
Pedimos a Laura que nos lo leyera de nuevo. Y finalizamos como hacemos siempre, viendo el cuento en silencio y haciendo gestos (dramatizando) de lo que ocurre en cada página.
El libro nos dio para hablar de muchos temas diferentes.
Cómo nos sentimos cuando alguien nos dice que somos unos llorones.
Cómo se sentiría Simón si todo el mundo le llamaba igual.
Si los mayores también lloran.
Si todas las lágrimas son por estar tristes.
Cuándo lloramos y por qué cosas.
Si nos da vergüenza llorar delante de los demás.
Si nos reímos cuando vemos llorar a alguien.
O si lloramos al ver a alguien llorar.
Si alguna vez nos hemos reído tanto que nos han caído lágrimas de los ojos.
Cómo pensábamos que nos sentiríamos si no pudiésemos llorar.
Cómo nos sentíamos después de llorar.
Si llorar era malo o era bueno.
...
Cómo veis hablamos de las emociones, de la empatía, del respeto hacia los otros...
Hicimos un dibujo de la parte que más nos había gustado del cuento.
- Así los ve Ana.
- Igual se pone tan contenta que "se le salen las lágrimas".
- Sí, de alegría.
Y este fue el resultado.
Y la gran sorpresa ha venido hoy, cuando Laura nos ha contado que íbamos a hacer nuestro propio bote de lágrimas.
Hemos recordado por qué cosas solemos llorar.
Y nuestra lista ha quedado así:
Al principio habíamos dicho ALEGRÍA, pero la hemos cambiado por EMOCIÓN porque alegría y risa, nos parecía lo mismo.
Por lo tanto en unas pequeñas lágrimas íbamos a escribir:
EMOCIÓN (cuando escucho una canción bonita, o veo una peli chuli, cuando tengo ilusión porque vienen los Reyes).
RISA (cuando me hacen cosquillas, cuando me cuentan un chiste o algo gracioso, o cuando estoy contento con mis amigos y me lo paso bien).
RABIA (cuando me enfado porque no me compran algo y también me pongo rojo y tengo calor).
DOLOR (cuando me caigo, cuando me doy un golpe).
PENA (cuando estamos tristes, cuando se muere alguien, cuando me quiero quedar en casa con mi mamá).
Algunas de esas cosas nos hacían sentir mejor que otras. Por ejemplo la risa y la emoción nos hacen estar contentos, pero la pena o el dolor... no tanto.
- Nos duele dentro.
Pero antes de ponernos manos a la obra, Laura nos ha enseñado algo bastante raro. Lo hemos observado y hemos ido comentando qué pensábamos que era.
Parecía un boli, un boli transparente. Pero tenía pelos como los pinceles. Y ya cuando lo ha desmontado y lo ha separado en partes no sabíamos qué pensar.
Después nos ha dicho que le iba a poner agua ("Estás loca", le hemos dicho).
Aquí tenéis el objeto extraño.
Luego nos ha enseñado unas pinturas.
- Son de madera.
- Pero grandes y no tienen color fuera.
- Sí, esas están en clase de Jesús (el profesor de religión).
Y ha pintado con ellas en un papel.
Pero cuando nos ha dicho que iba a probar ese "artilugio" en el papel...
- ¡MAGIA!
- ¡Se pinta todo de azul!
- No se ven las rayas.
- Parece...
- ¡Acuarela!
- Pero sin vaso de agua.
- Y sin las acuarelas (el estuche de las acuarelas).
- Claro es que el agua está dentro.
- Y sale y se mezcla y sale así.
Y Laura ha pensado probar con otras pinturas de clase: ceras, madera, plastidecor... Y con las de madera, también "sale magia".
Por lo tanto nuestro bote lo hemos hecho con este pincel mágico.
Y cuando hemos tenido todas las partes pintadas, picadas o recortadas ha llegado el momento de unir todo.
Y como las lágrimas no se pueden dejar encerradas y tienen que salir todas (las de risa, las de pena, las de dolor...), hemos hecho que nuestro bote se pudiera abrir y cerrar.
Así que encantados nos hemos llevado nuestro bote de lágrimas a casa, para contar a nuestras familias todas las cosas que hemos aprendido con Simón.
Si os ha gustado el libro, podéis consultar en vuestras librerías/bibliotecas o comprarlo aquí.
Gracias Ana por crear esta fantástica historia.
Y cómo no, Lágrimas bajo la cama ya tiene su hoja en nuestro Árbol de los cuentos.
Que aunque no os hemos hablado de otros libros, ya veis que tiene unas cuantas hojas más.
Lágrimas bajo la cama
Ana Meilán / Marta Mayo
2016